viernes, 2 de diciembre de 2011

Relato fábula. Las alas del viento

Imagen de Morguefile


Las alas del viento

En el acantilado vagaba un viento ligero, halito del mar y voz celeste, peregrina de los barrancos costeros. Entre sus dominios de roca, anidaban aquellas aves más osadas; los progenitores hijos de las alturas, que concebían a sus pequeños al borde de escarpados abismos, para así instruirles contra el vértigo aún antes de que se les formasen los ojos.
Entre aves y polluelos sumidos en grietas de piedra, habitaban miles de futuros surcadores de los cielos. Todos lo serían excepto uno, el de más grande corazón. Quizás fuese esa la razón; que a cambio de su acrecentado sentido, emergiese sin alas de su vientre de cascarón. 

Solían llamarle Enteco debido a su extrema delgadez. Hasta sus padres le negaban el alimento, destinado a otros vástagos más fuertes. Bien sabía su instinto animal que no sobreviviría un pájaro sin alas, tal como no lo haría un polluelo de pico ocluido.
El viento del acantilado era su mejor y único amigo. Su aliado arrastraba palabras que solo comprendía el polluelo sin alas. Le arrimaba los restos de los festines de otras aves, y alimentaba con ánimos invisibles su apocada alma quebrada.
Finalmente llegó el día señalado. Aquel que sus hermanos habían aguardado con ilusión, pero que Enteco, resignado, tan solo preveía con desdicha; su primer salto al vacío. 

Ordenadamente, los polluelos se lanzaron al abismo. Unos con más pericia que otros, fueron desplegando sus alas y dominando las corrientes, consiguiendo emprender el vuelo antes de estrellarse en el lejano mar… Hasta que finalmente, los progenitores empujaron hacia el borde al trémulo postrero.
Descendiendo rumbo a su perdición, el extenuado polluelo escuchó a su amigo etéreo. Su espalda se aferró insólitamente a la nada, y de esta brotaron dos miembros cual tapiz de los cielos... 

Las alas del viento.


Cuento seleccionado en el 
concurso “Encontes” de Valencia.
Publicado en la edición 2009.

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