lunes, 27 de febrero de 2012

Libres. Microrelato.

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Le dijo adiós cuando ya estaba lejos, pues cerca le hubiese resultado imposible, aun así, sintió como las lágrimas recorrían sus mejillas. El andén estaba tan concurrido que subió a su tren empujado por la multitud, tan numerosa que ni siquiera le dejó mirar atrás.

Una vez dentro, se abrió paso como pudo hasta llegar a la ventanilla, pero cuando lo logró ella ya no estaba allí. De casualidad la vio alejarse a lo lejos entre la gente hasta subirse a otro de los trenes. Sabía que nunca más la volvería a ver, y esa sensación le apretaba el pecho mucho más que el atestado vagón. Le consolaba vagamente el hecho de que su cabello fuera rubio y sus inmensos ojos azul zafiro.

Cuando el tren arrancó rompió a llorar como un niño. El viaje fue muy largo, ya que a la distancia y la incomodidad  el joven tenía que sumarles que cada palmo que se alejaba de su amada era como una daga que le apuñalaba el corazón. Pero al menos ella era rubia

«El trabajo os hará libres» Se burlaba el cartel de bienvenida.  Pero todos los del tren sabían muy bien que una vez cruzado el umbral de Auschwitz lo único que les haría libres sería la muerte.

sábado, 25 de febrero de 2012

El capricho de Cupido. Julio F. del Toro

Imagen es de quierodibujos.com
Un hombre rico de edad madura decide finalmente poner fin a su soltería. Después de ser atormentado por su profunda soledad dentro de su mansión, se propone a sí mismo compartir su riqueza con la mujer de su vida y sus futuros hijos. Sin embargo, sería más complicado de lo que parecía; el hombre buscó en las lejanías, atravesó océanos, recorrió el mundo entero, y derrochó toda su inmensa fortuna solo para encontrarla. Varios años después de haber buscado hasta en el fin del mundo, el hombre finalmente se cansó y regresó a su ciudad de origen sin un centavo en sus bolsillos. El rico se volvió mendigo, el hombre se volvió viejo, y deseando tener una vez más su cómoda vida de lujos, fue hasta una banca donde una anciana le daría unos centavos en su mano. Ambos se miraron y se dieron cuenta a primera vista, que era el amor que por fin había llegado. ¿Dónde habría estado todo este tiempo?, se preguntó el viejo para sí. Ignoraba que mientras él buscaba en lo más recóndito de la Tierra, cada tarde una hermosa mujer lo esperaba en la misma banca, con unos centavos en su mano y un triste asiento desocupado.




Julio F. del Toro

miércoles, 22 de febrero de 2012

El aullido de los corderos. Microrelato.


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El lobo se internó entre la espesura para evitar ser señalado por la luna llena que colmaba el cielo estrellado. Su instinto bien desarrollado le decía que no era una buena noche para cazar sin ser visto, pero primero solía guiarse por su imperante necesidad de carne, y aquellos corderos adormilados en el valle le estaban pidiendo a gritos que les hincase el diente. Lo cierto es que llevaba acosándoles durante un mes completo a través de los montes, 30 días con sus necesidades de carne cubiertas al caer la noche, y su estómago lleno durante sus siestas bajo el sol. Estaba muy cómodo, así que pensaba darse la gran vida hasta que el último de aquellos infelices herbívoros hubiese recorrido sus entrañas.

Confiado en su superioridad y la maña de la costumbre, el lobo echó a correr cuando tuvo a los corderos a tiro, abalanzándose ferozmente sobre el primero que se puso bajo sus dientes. 

Entonces se hizo el silencio en el valle: la manada salió huyendo en estampida mientras que el lobo caía muerto al suelo, con su pelaje negro brillando bajo la luz de la burlona luna, que fue envolviéndolo entre haces de luz hasta hacer desaparecer al cánido y restaurar el cuerpo humano que antes de la maldición le había pertenecido.

El cordero aulló a la luz de la luna, aun sediento de sangre. El lobo era demasiado confiado, pero su mayor error había sido dejarle escapar con vida durante la cacería de la última luna llena. 



lunes, 20 de febrero de 2012

Nuevos emigrantes. Relato denuncia social.

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Se había visto forzado a abandonar su hogar muy joven para tratar de ganarse la vida lejos de su familia. Cruzó tierra y mar hasta llegar a una gran ciudad multirracial, donde se dijo que sería bien acogido debido a la diversidad de culturas que allí convergían. 

            El joven comprobó que menos nativos confluía gente procedente de todo rincón del mundo. Algunos habían llegado allí desde sus tierras, legal o ilegalmente. Otros eran hijos de padres emigrantes criados en su nueva patria, y que por ello ya se consideraban más de allí que de donde sus raíces señalaban. Muchos padres ni siquiera habían enseñado su idioma natal a sus vástagos, despreciando así ellos mismos sus orígenes. Ese orgullo por un país que no les pertenecía, fue el mismo que marcó al joven emigrante, así como afectaba a todos los recién llegados. Por desgracia, aquella era una cadena de marginación y desprecio condenada a perpetuarse para siempre, porque: ¿Quién puede quebrar la marginación si cuando tiene la posibilidad de hacerlo es cuando también tiene el poder para aprovecharla a su favor?

            Esa es la historia del mundo, la misma que la del joven emigrante que trató de huir de la crisis y el desempleo volando al norte para buscar trabajo en una gran ciudad. De nada sirvieron sus perfectos conocimientos del idioma extranjero, siempre había alguien que por haber llegado antes se creía en su derecho a ridiculizarle, a hablar rápido y con acentos distantes para minar su moral y encoger su espíritu, cuando ya estaba solo y lejos de su hogar y su familia, enfrentándose a lo desconocido cada día. 

            Nunca regresó a casa. Para sobrevivir, su mente se volvió tan fría como la de quienes le marginaban, hasta que un día simplemente ya no sentía nada. Su alma estaba vacía, pero no la había vendido… se la habían robado. Ahora era solo uno más. 


Y pensar que antes de salir de su casa nunca había imaginado que el racismo sería algo que él también sufriría.


miércoles, 15 de febrero de 2012

Julio F. del Toro - Invierno

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Invierno. 

Un relato de nuestro colaborador   
Julio F. del Toro.


El día en que mamá murió fue una triste tarde de diciembre, en el momento en el que la lluvia menguara después de varios días de llovizna. Yo era aún un niño y no comprendí hasta el momento de su sepultura, que ella no volvería más con nosotros. Recuerdo estar con mi padre orando silenciosamente, y mientras mamá era bajada hasta el fondo de la tierra, susurré a mi padre una pregunta que sería respondida con un fuerte abrazo y un largo sollozo. La pregunta era: “¿Dónde está ahora mamá?”.
Jamás olvidé los días siguientes a su muerte, era como si la tierra fuese perturbada, y el viento me condujera a lugares ocultos. Mi lugar favorito entre ellos, fue un gran árbol cuyos brazos se desprendían en infinidad de ramas sin un follaje propio que lo cubriera, su forma esquelética y sin vida, de alguna forma me atrapaba en ese vulnerable aspecto que me recordaba a mí mismo, y también en ocasiones, a mi propia madre.
Pasaron los días y yo seguía regresando al mismo sitio, observando a detalle cada parte del árbol; sus raíces fuertemente arraigadas a la tierra, la dureza de su tronco, las cuantiosas ramificaciones retorcidas a su voluntad, si aquello era un árbol muerto, ¿Por qué seguía ahí? Aún cuando todo su verdor lo hubo abandonado.
Continué observándolo por todo un mes más, hasta que, un día, encontré entre la rama más alta una incipiente hoja que brotaba con timidez. Quedé atónito al descubrirlo, ¿cómo había pasado?, tal vez en esa edad no conocía como actuaba la naturaleza, pero habría jurado que el árbol no viviría más. Más tarde descubrí que era la primera señal del inicio de primavera, y lo que seguiría me dejaría boquiabierto. Cada día iba hallando nuevas hojas, que a su vez, empezaron a poblar los huesudos brazos del árbol. Algo estaba cambiando en el ambiente, algo que daba vida a toda la tierra.
Una mañana inesperada, después de una noche de lluvia, salí a observar qué era del árbol. Al llegar, no contuve el llanto al vislumbrar la hermosura a la que había sido convertido; las flores habían abierto sus pétalos celestes, el follaje era abundante, y mientras las aves se acercaban curiosas al árbol revivido, no pude evitar pensar una vez más en mi madre.

Posiblemente ella también, en algún lugar, volvería a florecer.

martes, 14 de febrero de 2012

14 de Febrero... ¿día del amor?


Fotografía: Melina Vázquez


Hoy me he despertado como un día más, y no he caído en la cuenta de que era San Valentín hasta que llegué a Facebook y vi las felicitaciones de mis amigos. La verdad es que personalmente me dan igual las festividades en general, sin embargo, la inmensa mayoría de la gente las sigue una tras otra pese a que así quedan pocos momentos en el calendario en los que no hay que gastar u observar algo.

Quienes me conocen saben que soy una persona romántica y fantasiosa, sin embargo, también soy tremendamente realista cuando las circunstancias lo requieren, y lo cierto es que no veo ninguna de ambas cualidades en lo que el sistema comercial ha decidido como “San Valentín” o día del amor. Más bien diría que es solo otro “día del amor al dinero” concertado, al igual que todas las festividades consecutivas que se suceden a lo largo del año, en las que de alguna siniestra forma de control mental se nos chantajea para comprar un tipo de servicios u objetos que “casualmente” están más caros que nunca en dicha fecha.

Y con esta pequeña crítica no quiero dirigirme a las personas sinceras que celebran esta fecha con pureza de corazón y todas las buenas intenciones del mundo, sino denunciar a la mafia que opera detrás y se nutre de la inocencia de la gente, meciendo los hilos para obtener sus propósitos de dominación y corrupción.

¿Alguna vez os habéis preguntado cuales son los verdaderos orígenes de dicha festividad? Quizás no os interese, porque la rutina y la velocidad en las que vivimos sumidos actualmente han transformado la necesidad de saber en la comodidad de imitar al resto, algo así como seguir el ritmo de la manada sin mirar por donde viene el león. No hay tiempo ni ganas de averiguar los porqués, solo de celebrar y divertirnos, porque esto es lo que realmente nos hace sentir bien... ya bastante tenemos con nuestra hipoteca, nuestro ritmo de vida frenético y el resto de problemas. Cuando hay una fiesta la celebramos y punto, no nos quedan fuerzas para rompernos la cabeza. En realidad esto no funciona así por casualidad, y es completamente comprensible. Pero si por un casual os quedan ánimos para saber que hay detrás del San Valentín, os invito a seguir leyendo. 


Un nombre nuevo para una orgía antigua

La verdad es que los orígenes de la fiesta más "amorosa" del año no fueron para nada “románticos”. De hecho, las raíces de esta fecha se remontan a la antigua Grecia, donde prosperó el culto de Pan. Este mítico dios de la fertilidad, mitad hombre, mitad macho cabrío, poseía un carácter fiero e impredecible que aterrorizaba a los seres humanos; de ahí el origen de la palabra pánico.

Se creía que Pan cuidaba los rebaños mientras tocaba la flauta; sin embargo, se distraía con facilidad. Amó a muchas ninfas y diosas. En una escultura se le representa requiriendo de amores a Afrodita, diosa del amor, en tanto que Eros, dios del amor, revolotea sobre ellos, muy parecido a como lo hace el Cupido que se pinta en las tarjetas de los enamorados hoy día.

En Roma muchos tributaban culto a una divinidad análoga llamada Fauno, a quien también se representaba mitad hombre, mitad macho cabrío. En su honor se celebraban las Lupercales, fiestas orgiásticas llevadas a cabo todos los años el 15 de febrero. Durante la celebración, grupos de hombres semidesnudos corrían alrededor de una colina blandiendo látigos de piel de cabra. Las mujeres que deseaban tener hijos se quedaban de pie cerca de la ruta de los corredores para que las flagelaran, pues creían que así se tornarían fecundas.

De acuerdo con The Catholic Encyclopedia, el papa Gelasio I abolió las Lupercales a finales del siglo V. No obstante, en nuestro tiempo encontramos su equivalente en el popular “día de San Valentín”. Existen múltiples teorías sobre el origen de este nombre “cristianizado”. Según una historia, en el siglo III el emperador romano Claudio II prohibió casarse a los varones jóvenes, pero Valentín, que era sacerdote, los casaba en secreto. Algunos afirman que a Valentín se le ejecutó el 14 de febrero, cerca del año 269. De todas formas, una denominación “piadosa” no puede ocultar el repugnante origen de esta celebración.

De modo que el día de San Valentín en realidad está arraigado en ritos paganos, y por eso estaría bien preguntarse si está bien celebrar una fiesta, aunque con las mejores intenciones, pero que posee cimientos oscuros, al igual que nos preguntaríamos si beber un vaso de la mejor agua del mundo estaría bien para nuestro organismo aunque "solo" contuviese una gota de veneno.

Personalmente, opino que las expresiones de amor que se hacen todo el año son mucho más gratificantes que los caprichos pasajeros de una fiesta comercial, y que es mucho más romántico sorprender a tú pareja por algo personal, o simplemente porque sí, que ir corriendo a la tienda a última hora a comprar "lo que sea" para no quedar mal por culpa de las prestablecidas convenciones sociales de turno. Pero los que menean las “crucetas” de este mundo saben muy bien como mover los hilos hasta hacer que bailemos al son que desean, que actuemos por impulso y por solidaridad a los demás, que no nos importe lo que hay detrás de una costumbre: que solo la hagamos por imitación al resto, para no desentonar, que utilicemos razonamientos exprés tipo: «si esto se hace desde tanto tiempo y lo hacen todos los demás no debe de ser tan malo, ni necesario pensar y preguntarse de donde viene, y a donde vamos siguiéndolo ciegamente».

Y para concluir, he aquí una de mis citas, que he compuesto especialmente para la ocasión, no solo por el día de hoy, sino por el tiempo presente. La frase original fue escrita por Tolkien para “El señor de los anillos”, y fue puesta en los labios del rey Théoden tras la muerte de su único hijo. A la misma he añadido otros fragmentos de la misma obra, mezclados con hechos actuales:

«Tiempos aciagos nos ha tocado vivir: El hombre domina al hombre para para perjuicio suyo; internet, el último reducto libre de la humanidad, pronto caerá; las multinacionales cada vez quieren hacerse más ricas a costa de que cada vez haya más pobres. Lástima vivir para contemplar los últimos días de la humanidad tal y como la conocemos».

Por Melina Vázquez.

domingo, 12 de febrero de 2012

Julio Cesar Figueroa del Toro. Nuevo colaborador del blog «Quieroleergratis»



Julio Cesar Figueroa del Toro

 Nacido en México hace 27 primaveras (mmm... 84, buen año ^_^) , apodado "Lobo" para los amigos, debutó en la escritura en 2009, como Miembro del taller literario “Tierra de Sueños”. Y en 2011 como Miembro del taller de Narrativa CEFAC
En 2010 comenzó a publicar Poemas y Cuentos en el periódico Diario del Istmo, y en 2011 en la Revista electrónica R´evolución, Columna “El fino arte de la escritura”. También es colaborador del Fomento queretano para la lectura, AC.
Fue el ganador del ll circo literario Bitefight 2010, de temática relato Navideño. Actualmente negocia la publicación de su primera novela juvenil: Ben y el Hada.

viernes, 10 de febrero de 2012

Finalista del I CERTAMEN DE RELATOS Escribe Romántica

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Mi relato: "El lobo que ella amaba" (Melina Vázquez) ha sido seleccionado en el Primer Certamen de Relatos Romance-Paranormal de Escriberomántica.
Como premio ha sido publicado, y ya está disponible en la Antología "Escríbe Romántica de Romance Paranormal". Una serie de relatos entre los que se encuentra el mío: "El lobo que ella amaba", publicado bajo el sello de editoradigital, como parte de la I Antología de Relatos Romance-Paranormal.

Podeis ver la antología gratuitamente AQUÍ



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Sinopsis: 

Tristán y Aldara son dos jóvenes destinados a casarse desde su niñez. Llegado el momento, la aversión que sienten entre sí será una losa difícil de salvar para contentar las esperanzas de ambas familias. Por si fuera poco, Brandán, el joven más problemático del pueblo, está terriblemente enamorado de Aldara y tampoco está dispuesto a permitir que esta se case con su mayor rival. Y mientras tanto, en los montes colindantes, dos lobos viven su amor alejados del resto del mundo. Pese a ello, ambos intuyen  que sus tranquilas vidas están a punto de cambiar para siempre, sobre todo tras oír el furioso aullido del urco, el temible perro gigante de los mares.