viernes, 22 de junio de 2012

El charco. Relato de Melina Vázquez




La mujer yacía exhausta y sucia, empapada como cartón mohoso, abandonada cual muñeca rota en la oscuridad del callejón. Con sus ropas raídas y su carne amoratada, sus medias rojas de red rotas, la pintura de sus uñas corroída, uno de sus vertiginosos tacones quebrado, la minifalda de cuero rasgada, las joyas baratas que antes pendían de sus extremidades, desaparecidas. Escuchó sus propios lastimosos gemidos y se estremeció. Era como si los sintiese en su alma, regurgitando de lo más hondo de su ser, aun cuando no había ordenado a su garganta que los pronunciase. 

Volvió a mirarse en el charco, y nuevamente, el reflejo del agua estancada no se correspondió con la realidad que percibía desde su perspectiva. Sus ojos, que sentía quebrados y hundidos, ahora eran altivos y brillantes, capaces de desafiar al mundo y erigirse en su diosa. Tras ellos había una mujer ricamente vestida y ataviada, adornada con carísimas joyas, maquillada y peinada como una reina. Sus elegantes ropas resaltaban incluso entre la suntuosa multitud que también se agolpaba en la calle ante la ópera. 

Entonces, el pavimento encharcado devolvió a la mujer a la realidad, al soporte del brazo de su acompañante, a su vida de lujo y alta sociedad. En el instante en que se adentró en el hall y volvió a recibir las halagadoras miradas se olvidó de la visión del charco, pero en su interior algo había cambiado: por primera vez se sintió agradecida por lo que tenía, y temerosa por la facilidad con la que podía perderlo. 

Horas más tarde, cuando abandonó la opera, siguió andando decidida, con la mirada alta y pasos firmes hasta internarse en su limusina al abrigo de la lluvia, que seguía encharcando la calle. Nunca más volvería  a mirar su reflejo en un charco. Una vocecilla burlona se reía victoriosa en sus adentros, felicitándose por haberle enseñado al fin aquella valiosa lección a una mujer que siempre lo había tenido todo: nunca ha de darse nada por sentado, ya que cualquiera puede llegar a futuros totalmente opuestos tan solo tomando una mala decisión en la vida. 

Melina V.D.

2 comentarios:

  1. Bonito y muy metaforico...mi limousina...mi furgon, mis joyas...mi familia, mi mejor vestuario...mis botas de montania, mis perfumes...tomillo romero los pinos y la sal del mar, mi mayor riqueza...sin duda...mi corazon.

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  2. Así habla un espíritu libre. Más naturaleza y menos cemento. No cambies. Besos.

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