martes, 25 de febrero de 2014

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Cicatrices

Nació con un precioso par de alas blancas en la espalda. Sus plumas perladas brillaban con la luz del sol... toda ella brillaba. Los demás la envidiaban, pues no tenían alas que los elevasen del suelo, ni nada especial que reluciese bajo la luz. Les molestaba aquella criatura etérea y su brillo, les carcomía la idea de que un día pudiese emprender el vuelo mientras ellos seguirían allí atrapados.  Así que con esfuerzo y constancia, lograron convencerla de que no usara su don, de que era lo correcto caminar arrastrando los pies sobre el suelo simplemente porque era lo que hacían todos los demás.
Uno a uno, todos fueron arrebatándole, sin que ella lo percibiese, cada sueño y esperanza, apagando su brillo con la simple monotonía diaria, bombardeando con críticas todo aquel atisbo de creatividad que sobresalía. Fue tal el ataque que un día el sol dejó de reflejarse en sus alas, y estas, mustias y tristes, acabaron replegándose entre sus escápulas hasta volverse dos muñones heridos… cicatrices.
Al verla brillar, muchos le hubiesen cortado gustosos las alas, exponiendo así sus corazones podridos, envidiosos por lo que nunca podrían tener. ¿Para qué mancharse las manos y mostrarse débiles si simplemente podían apagar su brillo haciéndole creer que no las tenía?
Y esto ocurrió después de que los pájaros, contagiados por los sentimientos humanos, dejaran de tener alas.

sábado, 25 de enero de 2014

Sombra amaestrada. Poema. Melina Vázquez



En mis sueños soy libre
y en mi vida esclava.
Que se duerma pronto mi alma
para que se libere por fin mi mente.
Lleva todo el día cautiva
tras velos de protocolos,
tras palabras no dichas,
telonera de su propia vida.


No soy yo esa sombra amaestrada
esa mujer pasiva y callada
que al andar ni levanta la vista,
que no dice de más ni una palabra.


En mis sueños soy libre
corro sin que nadie me corrija,
rio sin que nadie me juzgue,
voy a donde me da la gana. 

Duérmete ya, niña atrapada,
pues no es que los sueños no juzguemos...
es solo que allí no te importa,
porque eres tú la que dormida no juzga nada.